
Concurso cartel Semana Santa en Casa
PUCHE ANIMA A LOS MALAGUEÑOS A CREAR SU PROPIO CARTEL A TRAVÉS DE SUS RECUERDOS
La crisis del Coronavirus nos ha trastocado a todos. A nivel personal y a nivel profesional ha supuesto un punto y aparte, pero también un punto de partida, especialmente para los que nos dedicamos al arte y a la creatividad. De ahí precisamente surge la idea del Concurso cartel Semana Santa en Casa.
Por ese motivo, José Luís Puche ha puesto en marcha el concurso cartel Semana Santa en Casa, que consiste en descargar una plantilla para recortarla, pintarla y pegar en ella las fotografías y recuerdos que, para ti, definen tu Semana Santa.
Cómo participar en el concurso Semana Santa en Casa
Sigue atentamente los pasos que te explica José Luís Puche para poder participar:
Descárgate una de estas plantillas:
Imprímela.
Puedes recortarla o intervenir encima.
Decórala con tus recuerdos de Semana Santa. Utiliza colores, lápices, rotuladores o bien haz un collage recortando y pegando con la imagen o imágenes que os sugiera, ya sea de tu cofradía, Virgen, Cristo o fotos antiguas de tus álbumes familiares.
Súbela a tu cuenta de Instagram y/o Twitter etiquetando en la imagen la cuenta de José Luís Puche: en Instagram es @jluispuche y en Twitter es @joseluispuche y añade el hashtag #micarteldeSemanaSanta2020
Mándalo fotografiado como archivo adjunto con tu nombre, apellidos, dirección de correo y teléfono a nuestro email: hello@joseluispuche.com
De entre todos los que se manden hasta el Sábado Santo (11 de abril), el artista elegirá el ganador y el premio consistirá en la obra «Habitación para dos», del propio José Luís Puche, de 23×18,5 que mostramos a continuación.

«Habitación para dos». Carbón graso y lápiz de color en papel Saunders Waterford. 23×18’5 cm
La carta de un cofrade, el punto de partida
La inspiración inicial provino del texto que nos hizo llegar un joven cofrade, Rubén García, y que reproducimos a continuación con su permiso:
«He mirado mucho el cartel de 2020 y he llegado a la conclusión de que estamos ante el más apropiado de la historia. Aún sin procesiones, los cristianos seguimos llamados a vivir la Semana Santa. Y así lo haremos. Este año, nuestra fiesta grande – como en la obra– no va a ser de calle, sino de retales, de recuerdos y de memoria. En mi caso, no va a haber foto que escriba historia delante de la Pollinica para inmortalizar el mejor momento del año, pero no faltará ilusión ni alegría para celebrar que la familia sigue sana, alegre y unida.
No me echaré a la calle el Lunes, pero recordaré lo que disfruto de mi tarde-noche favorita, que comparto con tantos amigos. Ellos son y serán mi mejor patrimonio. Echaré de menos mi Martes en los varales de las Penas, cofradía con la que a veces me cuestiono «¿qué pinto yo aquí?», pero volveré a recordar que gracias a ella conocí a mi hermano Rafa (y a otros buenísimos amigos que vinieron tras él) y se disiparán todas mis dudas. No podré sentirme ORGULLOSO y AFORTUNADO de ser malagueño cuando la Paloma o la Expiración pasen imponentes delante mis ojos, pero sí cuando llenen la pantalla de mi tele en las redifusiones que no pienso perderme. No, no será el mejor Jueves Santo, pero tampoco el peor. Otro año más, y ya va TODA UNA VIDA, no faltará ninguna túnica colgada en el salón. Bastará para sacar una sonrisa a los vigilan desde arriba. Os echamos de menos. Y bueno, la Esperanza… La Esperanza es tan grande, tan profunda y está tan omnipresente en mi vida que haremos honor a su nombre esperándola el tiempo que haga falta.
La doble curva de este año será menos nostálgica que de costumbre. Seguramente dejará más paz que tristeza. La antesala del Domingo de Resurrección más ansiado que significará un sanador punto y seguido. Y en el horizonte una feliz Pascua, confío. Y un más aún feliz tiempo ordinario, el litúrgico, y el que no lo es.
La vida.
PD. Amigos que empatizáis con estas líneas: no estéis tristes. Dibujaos un Puche en vuestro corazoncito. 2021 está a la vuelta de la esquina. Casi que ya oigo el atronador aplauso en calle Parras cuando se abran las puertas…»